
Tus acciones tienen más poder que tus palabras.
a. Tu crítica, queja o rebeldía no lograrán nada positivo.
Los reproches, críticas y juicios constantes hacia tus padres o hacia tus hijos, generan resistencia y barreras de comunicación. Todo lo que siembras, cosechas. Piensa que tus palabras son semillas en el corazón de ellos. ¿Qué cosecha quieres obtener?
b. Si cambias, ellos cambiarán en respuesta a ti.
Tanto tú como tus seres queridos, todos somos seres perfectibles desde que nacemos hasta que morimos, no hay nadie absolutamente infalible. El cambio demuestra amor, humildad y un compromiso enorme por demostrarlos. Tus cambios pueden inspirar a los demás.
c. Haz una lista de acciones y actitudes que puedes cambiar y pon manos a la obra.
Escucha y pregunta acerca de estas actitudes. Tal vez tengas conversaciones incómodas, pero obtendrás tesoros de ellas y muy seguramente, el apoyo que necesites para permanecer en tus propósitos de superar dichas acciones y reacciones.
d. No te frustres si no hay cambio inmediato. Siembra.
Los cambios no son mágicos, son procesos, con subidas y bajadas, pero que finalmente dan fruto. Lo importante es seguir y persistir en trabajar en la tierra en tu corazón y en el de los demás, sembrando, desyerbando, regando, fertilizando desde el amor, la paciencia y la esperanza.