a. ¿Enojo? ¿Amargura? ¿Vergüenza? ¿Frustración?
Si logras entender cuál es tu sentimiento al respecto de determinada situación y qué lo detona, podrás empezar a manejarlo. Tus padres te enseñaron lo mejor que pudieron a lidiar con emociones que aún ellos mismos no han logrado superar, sin embargo tus sentimientos y lo que haces con ellos ya no es responsabilidad de ellos, sino tuya. Tú decides si te permites transformar las emociones que te causan daño por unas que te edifiquen o seguir alimentando las que te destruyen.
b. Perdona a tus padres por sus fallas y errores, el perdón libera.
El perdón tiene el poder de cortar con las cargas y cadenas que arrastras. Es un regalo que das aunque el otro no lo merezca, pero que te libera y restaura, te prepara para seguir adelante por encima de determinada situación. Es hora de reconocer que tus padres no fueron ni han sido perfectos y sería una utopía exigir que lo fueran, recibiste lo mejor que ellos pudieron dar; desde sus circunstancias y capacidades, dieron de lo que había en su corazón.
c. Perdónate a ti mismo por tus propias equivocaciones y aprende a pedir perdón.
El perdón tiene dos caras, para extender la misericordia a otros debes permitirte fallar y crecer en medio de los errores pasados, abrazarte siendo tan humano y comprendiendo la humanidad de los otros. Cuando nos enteramos que todos en este planeta somos seres que hacemos lo mejor que podemos, logramos sentir empatía por la debilidad de los demás y sentirnos seguros al pedir perdón y al perdonar, pues los otros también han caído. Lo importante es apoyarnos mutuamente para superar experiencias dolorosas y aprender y dejarnos transformar por ellas.
d. Oblígate a cambiar pensamientos negativos por positivos.
Aprender a mirar el diamante escondido en cualquier situación requiere de un esfuerzo consiente, es más fácil ver el vacío y el error. Así que debes escoger a que le vas a dedicar tiempo y energía en tu mente, poco a poco tu mente se irá entrenado para dejar atrás las cosas negativas y enfocarse en lo bueno, justo y superable.